miércoles, 14 de diciembre de 2016

Mensaje de los obispos de la Patagonia para este tiempo de Navidad




La imagen que encabeza el mensaje es un gratísimo recuerdo de un pesebre viviente realizado en 2009 en el playón del Barrio Ceferino (1016 Viviendas, Viedma). Con la participación de familias de la catequesis , familias del barrio, niños y jovenes del Proyecto Emaús, y niños que se sumaban a caracterizar algún personaje ahí ... en el momento ... animandose a improvisar bellamente un rol en la teatralizacion de este pedacito de historia tan significativo ... tan desbordado de mensajes movilizantes. Bendiciones. Cristian 

EXTRACTO MENSAJE DE NAVIDAD 2016

de los Obispos de la Región Patagonia-Comahue

(Al final del texto , link para acceder a texto completo formato Word)

 
  “En la tierra PAZ a los hombres amados por Dios” (Lc. 2,14)

Estamos, sin embargo,  concluyendo un año difícil y problemático para muchas personas y familias que, no solo vieron decaer el valor adquisitivo de sus haberes, sino que han perdido el trabajo, o están en la angustia de poder perderlo. Asimismo nos pegan fuerte las repetidas situaciones de violencia, amenazas, horrores, manipulaciones, intolerancias, divisiones y enemistades que generan un clima de inseguridad y desconfianza que afectan gravemente la convivencia de los argentinos.  A esto se le suma una realidad internacional con  focos de guerras, muerte, destrucción y un gran sector de personas desplazadas que intentan refugiarse en otros países, inclusive en el nuestro. Todo eso atenta contra la esperanza de un mundo mejor.

A pesar de todo, una gracia de Dios especial nos ha mantenido la sensatez: no bajamos los brazos, no cedimos al desánimo, y no permitimos que nos roben la esperanza porque creemos en el valor de la paz, del diálogo, de la aceptación de la pluralidad y de las diferencias existentes entre nosotros. Apostamos por el bien común que nos hermana y ennoblece porque busca el bienestar de todos. La Navidad viene a reforzar esta actitud profunda y a proponernos el compromiso por la paz, la familia, la fraternidad y la  felicidad de todos como camino y fruto de la afirmación del bien común sobre el individualismo y los intereses no solidarios.
Cuando el Niño Jesús nació en Belén era de noche. Su divina presencia quedó oculta en la oscuridad del pesebre. Sin embargo, para unos pocos pastores, sencillos y pobres que velaban sus rebaños, aquella fue una noche luminosa. Ellos recibieron y acogieron el conmovedor mensaje: “No tengan miedo. Les traigo una Buena Noticia, una gran alegría para todo el pueblo. Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor!” (Lc 2, 10-11). Preguntémonos: ¿será la Navidad también para nosotros una noche luminosa que disipa miedos, soledades, angustias y oscuridades y que fortalece nuestra esperanza?

Es algo muy grande y definitivo lo que ha sucedido en Navidad: Dios ha venido a nosotros. Se hizo Niño y fue acostado en un pesebre. ¡Ha nacido para todos! ¡Es de todos! No es solo de María y de José. Tampoco nos pertenece en exclusiva a quienes queremos acogerlo y seguirlo con fe o a quienes creen y confían en Dios. También  nació para quienes lo han olvidado, o dudan, o simplemente no les interesa porque aún no creen. La Navidad, ayer, hoy y siempre, es el gesto y palabra de Dios que nos dice que nadie está solo con sus oscuridades y sus miedos, que siempre hay Alguien que piensa en nosotros, nos ama y sale a nuestro encuentro: Jesús, el Hijo de Dios, el nacido en Belén. Todos pueden encontrarle. Y por eso todos tenemos “un motivo grande“  para alegrarnos.
Pero ¿dónde está ese Niño? ¿Cómo encontrarlo o dejarnos encontrar por Él? El mensajero de Dios nos dio una señal: “encontrarán un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre”. ¿Qué significa hoy para nosotros?: que a Dios, que nació Niño, pobre,  excluido, no hemos de buscarlo en lo grande y espectacular, ni en lo que brilla ante los ojos humanos sino allí donde Él quiso manifestar su presencia. Es, pues, en lo débil, en lo pobre y pequeño, en lo que no cuenta, en lo descartable, en lo cargado de soledad y aparente miseria, en los límites y falencias de los pesebres propios y ajenos de nuestra  realidad, donde Dios nos visita en cada Navidad y quiere que lo encontremos.

Virginio D. Bressanelli, scj (Obispo de Neuquén) Fernando Croxatto (Obispo Auxiliar de Comodoro Rivadavia) Marcelo A. Cuenca (Obispo de Alto Valle del R. N.), Juan José Chaparro, cmf (Obispo de San Carlos de Bariloche) Miguel Ángel  D’Annibale (Obispo de Río Gallegos), Joaquín Gimeno Lahoz (Obispo de Comodoro Rivadavia) Esteban M. Laxague, sdb (Obispo de Viedma) José Slaby, c.ss.r. (Obispo de la Prelatura de Esquel), Fernando M. Bargalló (Obispo emérito de Merlo-Moreno), Miguel E. Hesayne (Obispo emérito de Viedma) Marcelo A. Melani, sdb (Obispo emérito de Neuquén) Néstor H. Navarro y José Pedro Pozzi, sdb (Obispos eméritos de Alto Valle del Río Negro).Juan Carlos Romanín, sdb (Obispo emérito de Río Gallegos)

Bendición de todos los obispos presentes en la región patagonica durante un encuentro en Rawson (febrero 2016)

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