miércoles, 27 de julio de 2016

Pedro Opeka , vivencias para escuchar y dejarse animar ....




Interesante conocer la personalidad y vivencias de este sacerdote de 68 años nacido en San Martín, Gran Buenos Aires que actualmente acompaña la organización de comunidades en Madagascar para encontrarle la vuelta a la concreción de aquello que es fermento de dignificación de lo humano.
Pedro  es hijo de Luis Opeka y María Marlot , inmigrantes eslovenos que fueron acogidos por la tierra Argentina en 1948. Ellos decidieron emigrar al sur de América tras el feroz régimen totalitario del mariscal Tito.  Una familia que conoce sobre  pérdidas, persecuciones, pobreza, éxodos dolorosos y también sabe sobre organizar la creatividad que con lo que hay , a veces muy poco,  reinventa, recrea  y rehace la vida.
Comparto algunas expresiones de Pedro Opeka para gustarlas y reflexionarlas:
“La pobreza no es una fatalidad del destino, es algo producido por los hombres, sobre todo por los dirigentes que prometen y no hacen. En una parte del mundo pareciera que no hay futuro, porque no hay medios y, en la otra, sobran los medios pero se utilizan mal, en forma egoísta, cuando la riqueza debiera ser compartida.
Cuando los recursos sociales los maneja el Estado, no llegan a donde deben llegar, van a parar a otro lado, generalmente a los bolsillos de los políticos, sobre todo en los países subdesarrollados
.Hay que generar empleos, para que todo el mundo pueda vivir dignamente. Pero, lamentablemente, lo que vemos en el mundo de hoy es que millones de personas viven por debajo de la línea de pobreza, directamente en la exclusión.
En Akamasoa no damos nada sin exigir el trabajo a cambio, cuando se trata de personas fuertes y de buena salud. En nuestros pueblos se trabaja, se escolariza a los niños y se respeta la disciplina comunitaria. Mi idea es que todo proyecto social debe estar centrado en la contraprestación, salvo cuando se trate de casos extremos.
El trabajo dignifica. El asistencialismo vacío termina hundiendo más a la gente... Tenemos que trabajar. Hay que combatir el asistencialismo hasta en la propia familia. Porque si no, no dejamos crecer a los hijos y los acostumbramos a recibir todo de los padres.Asistir a alguien sin ninguna exigencia es matarle su espíritu de iniciativa.
El modelo de promoción humana de Akamasoa es replicable en todo el mundo, porque se basa en algo muy simple: el respeto por cada ser humano. Todos tienen lo mínimo necesario para vivir una vida digna
La concepción de ayuda que tiene mucha gente es errónea, porque muchos quieren ayudar para sentirse feliz. Quieren sentir la alegría de dar, quieren sentir la alegría de que alguien le está agradeciendo. Quieren sentir la satisfacción de sentirse alguien. Que dando soy alguien. Entonces el otro depende de mí. Hay mucha gente que está contenta de que los otros dependan de ellos y quieren mantener esa gente dependiendo de ellos. Esa no es la verdadera ayuda, ni la ayuda evangélica que anima Cristo.” 

Esta última frase me parece particularmente interpelante . Como iglesia ¿desde que lugar real luchamos contra la pobreza? …. ¿desde el lugar limosnero , asistencial , sensiblero e hipocritamente propagandistico de la propia personalidad que está centrado en la gratificación de ayudar a alguien  que seguirá dependiendo de aquellos que se complacen en esa forma de “caridad” basada en un esquema de  poder?¿una "caridad" que acciona pero que mantiene artesanalmente el cruel esquema de dependencias? … ¿desde el deseo real que compromete creatividad y acciones por evidenciar y sanear las mecánicas estructurales de la pobreza? …. ¿Los intereses de quienes se ven perjudicados con un mundo sin pobreza?....



viernes, 8 de julio de 2016

Carta del Papa Francisco con motivo del Bicentenario de la Independencia










Ciudad del Vaticano, 8 de julio de 2016. 

S.E.R. 
Mons. José María Arancedo 
Presidente de la Conferencia Episcopal Argentina Buenos Aires 
Querido hermano: 
En vísperas de la celebración del bicentenario de la Independencia quiero hacer llegar un cordial saludo, a vos, a los hermanos Obispos, a las Autoridades nacionales y a todo el Pueblo argentino. Deseo que esta celebración nos haga más fuertes en el camino emprendido por nuestros mayores hace ya doscientos años. Con tales augurios expreso a todos los argentinos mi cercanía y la seguridad de mi oración. 
De manera especial quiero estar cerca de los que más sufren: los enfermos, los que viven en la indigencia, los presos, los que se sienten solos, los que no tienen trabajo y pasan todo tipo de necesidad, los que son o fueron víctimas de la trata, del comercio humano y explotación de personas, los menores víctimas de abuso y tantos jóvenes que sufren el flagelo de la droga. Todos ellos llevan el duro peso de situaciones, muchas veces límite. Son los hijos más llagados de la Patria. 
Sí, hijos de la Patria. En la escuela nos enseñaban a hablar de la Madre Patria, a amar a la Madre Patria. Aquí precisamente se enraiza el sentido patriótico de pertenencia: en el amor a la Madre Patria. Los argentinos usamos una expresión, atrevida y pintoresca a la vez, cuando nos referimos a personas inescrupulosas: "éste es capaz hasta de vender a la madre"; pero sabemos y sentimos hondamente en el corazón que a la Madre no se la vende, no se la puede vender... y tampoco a la Madre Patria. 
Celebramos doscientos años de camino de una Patria que, en sus deseos y ansias de hermandad, se proyecta más allá de los límites del país: hacía la Patria Grande, la que soñaron San Martín y Bolivar. Esta realidad nos une en una familia de horizontes amplios y lealtad de hermanos. Por esa Patria Grande también rezamos hoy en nuestra celebración: que el Señor la cuide, la haga fuerte, más hermana y la defienda de todo tipo de colonizaciones. 
Con estos doscientos años de respaldo se nos pide seguir caminando, mirar hacia adelante. Para lograrlo pienso -de manera especial- en los ancianos y en los jóvenes, y siento la necesidad de pedirles ayuda para continuar andando nuestro destino. A los ancianos, los "memoriosos" de la historia, les pido que, sobreponiéndose a esta "cultura del descarte" que mundialmente se nos impone, se animen a soñar. Necesitamos de sus sueños , fuente de inspiración. A los jóvenes les pido que no jubilen su existencia en el quietismo burocrático en el que los arrinconan tantas propuestas carentes de ilusión y heroísmo. Estoy convencido de que nuestra Patria necesita hacer viva la profecía de Joel (Cf. JI 4, 1). Sólo si nuestros abuelos se animan a soñar y nuestros jóvenes a profetizar cosas grandes, la Patria podrá ser libre. Necesitamos de abuelos soñadores que empujen y de jóvenes que -inspirados en esos mismos sueños- corran hacia adelante con la creatividad de la profecía. 
Querido hermano pido a Dios, nuestro Padre y Señor, que bendiga nuestra Patria, nos bendiga a todos nosotros; y a la Virgen de Luján que, como madre, nos cuide en nuestro camino. Y, por favor, no te olvides de rezar por mí. 
Fraternalmente 
 Francisco