miércoles, 7 de noviembre de 2018

¿Donde está Daniel Francisco Solano?- Escrito publicado en Agenda Latinoamericana Mundial 2019




A principio de año a través de Natalia Waimann se creo el contacto con Fernando Guzman que labura desde la Fundación PROCLADE (Promoción Claretiana de Desarrollo) quien invitó a elaborar un breve escrito vinculado a la búsqueda de Daniel Francisco Solano para integrarlo a la variedad de vivencias y expresiones que se revelan desde la Agenda Latinoamericana Mundial 2019. 
El escrito fue realizado durante el arranque del debate judicial y atravesados por  la muerte de Gualberto Solano. En junio se comunicaron desde la Agenda que lo publicarían y eso representa una alegría porque es una forma más de amplificar a países de los 5 continentes la pregunta ¿Donde está Daniel Solano? y el compromiso ... más allá de tantos desgastes y dificultades ... de ¡¡¡Daniel , te estamos BUSCANDO!!!... 
... Una alegría también que esta pregunta y esta búsqueda se entrame en el coro de voces que desde la agenda entonamos una melodía esperanzada en tiempos de encarnación real de justicia y gozo social entre quienes están  Don Pedro Casaldaliga ; María Lopez Vigil ; David Molineaux; Adolfo Perez Esquivel; Philiph Wholen; Marcela Saenz ; José María Vigil  y tant@s andadores de camino más ... 

Contenido textual:

La lucha cotidiana y persistente contra la impunidad
¿Dónde está Daniel Francisco Solano?

Convido vivencias parado en una pregunta y en una acción: ¿Dónde está Daniel Francisco Solano? ¡Daniel, te estamos buscando!
Muchos convivimos con esta pregunta y esta acción desde la madrugada del 5 de noviembre de 2011, cuando se vio por última vez a Daniel Solano, quien era sacado a los empujones por personal policial de un local bailable de ChoeleChoel, en la provincia de Rio Negro.

Daniel y Gualberto Solano

 La mirada del papá de Daniel : Gualberto Solano es padre de cinco hijos, siendo Daniel el único varón. La familia Solano vive en la comunidad guaraní de Misión Cherenta, Tartagal (Salta). La mamá de Daniel falleció cuando los hijos eran pequeños. Desde entonces, Gualberto, sin su compañera de vida, se ocupó de trabajar y criarlos. En octubre de 2011, estando desempleado, Daniel acepta la oferta laboral de raleo y cosecha de la manzana, lo que supone establecerse en la provincia de Rio Negro. Luego de despedirse de su familia y de su novia, se subió al ómnibus organizado por la empresa Agrocosecha-Expofrut y emprendió viaje: Daniel desplegó sus alas para iniciar el vuelo de los obreros golondrina.
El lunes 7 de noviembre de 2011, Gualberto fue notificado que su hijo no se había presentado a trabajar y no se sabía nada de él. Inmediatamente viajó al sur para ubicarlo.Durante los primeros treinta días se realizaron rastrillajes y se pegó cartelería con el rostro de Daniel. Nadie había visto ni sabía nada. La empresa Agrocosecha le proporcionó a la familia Solano dos abogados y las investigaciones del caso las llevó la policía rionegrina. Estos actores solventaban la hipótesis de que Daniel se escapó por algún motivo a Neuquén. La idea era trasladar la búsqueda a un escenario infértil de posibilidades de esclarecimiento y así desgastar a la familia Solano.




Gualberto regando el Árbol de Daniel (ubicado frente al juzgado)

Gualberto empezó a ver que no se estaban haciendo las cosas bien. Lo empezó a ver muy lejos de su querencia, en un lugar que desconocía, angustiado por la desaparición de su hijo, solo, sin recursos  y en manos de encubridores. Esto no lo desalentó, sino que lo motivo a pedir auxilio a otras personas. Y esto implicó solidarizarnos con fuerza y sin mezquindades. Porque buscar sin importar los costos, genera movimientos sísmicos que se producen como reacción a intereses, prácticas y órdenes sociales que se ven desequilibrados. Gualberto ante estas situaciones siempre acentuó “Yo no vine a buscar problemas, vine a buscar a mi hijo”.







La mirada del acampe: Gualberto Solano y algunos integrantes de su familia resolvieron instalarse en ChoeleChoel hasta encontrar a Daniel. Lo mismo hicieron los nuevos abogados de la causa Sergio Heredia y Leandro Aparicio. Montaron una carpa en la plazoleta ubicada frente al juzgado penal 30 para hacer más visible el reclamo por la aparición de Daniel. La familia Solano y el abogado alternaban entre el acampe y la casa parroquial  como lugar de descanso, aseo y también de trabajo. Muchos pensaron que el acampe era una iniciativa fugaz. Desde 2012 hasta la fecha el acampe está en pie. Nutrido de la constancia insobornable de un papá que lucha por encontrar a su hijo, se ha transformado en un símbolo contemporáneo y vivo. Es la fortaleza en lo frágil, la grandeza en lo pequeño, la autoridad moral en lo simple, extraoficial y sin nombramientos. Inspiración para trabajar contra las injusticias y trinchera de esperanzas. Lugar desde donde se destejen los disfraces de la impunidad para tejer abrigo social.
El gobierno provincial trató de desarmar el acampe ofertando a la familia Solano la comodidad de una casa y otros espejitos de colores. A su vez, el Poder Judicial, en varias ocasiones intentó con medidas judiciales cortar el suministro eléctrico y levantarlo. Todo sin éxito. Allí, hasta su muerte, reclamó Gualberto Solano.


Reparando el acampe después de un fuerte temporal de viento

Cumpleaños de Sergio en el acampe

La muerte de Gualberto: El corazón de Gualberto dejó de latir sangre, ternura, lucha y búsqueda el 3 de abril de 2018. La impunidad cansa, enferma y mata. Mientras sepultaban a Gualberto en Tartagal, en ChoeleChoel decidimos convocarnos en el acampe para vivir su muerte. Hubo un micrófono abierto para que espontánea y respetuosamente nos expresemos. Los más jóvenes, con lágrimas en los ojos decían: ¡gracias Gualberto! Los adultos, con un nudo en la garganta, expresamos: ¡perdón Gualberto!
3 de abril ... luego de la marcha de luz por Gualberto ... la gente dejo al pie del Árbol de Daniel su vela ... su luz




El Juicio: Desde el 20 de febrero de 2018 en la ciudad judicial de General Roca se viene llevando adelante el debate judicial por el homicidio y desaparición de Daniel Francisco Solano, que compromete en la primera etapa a siete policías, pero que se extiende a veintidós causas más que abarcan la explotación obrera, narcotráfico y encubrimiento desde la función pública.





Buscar la hilacha: La búsqueda de Daniel fue y es algo así como estar frente a un gran telón que fija un límite a la mirada y, al observar un hilito deshilachado, resolver tirar de él para desentramar y ovillar. Numerosas claridades empiezan a asomar en la vivencia paradojal de tener que desarmar para reconstruir. Muchas voces empezaron a reaccionar en oposición a esto. Pero seguimos desentramando y ovillando. A medida que se fue y se va destejiendo ese gran telón empezamos a entrever lo que hay detrás, lo que es inconveniente que se visibilice porque expone la violencia policial, los pactos y maniobras de la misma fuerza para encubrir, un poder político y judicial proteccionista del poder policial, empresas frutícolas cuya rentabilidad está basada en perversos mecanismos de explotación obrera, empresas privadas corruptas protegidas por funcionarios y organismos públicos deshonestos, el gremio del trabajador rural que es embajador del patrón antes que representante del obrero,la ruta norte-sur del narcotráfico en Argentina, un poder político incómodo y evasivo, pidiendo siempre “tranquilidad y prudencia”, “confianza en los tiempos de la justicia”. Todos disfraces semánticos de la intención  “hagan silencio” y “esperen hasta agotarse”, es decir: “¡NO BUSQUEN!”.

Las propias hilachas, los propios telones: A Daniel aún no lo encontramos, pero en su búsqueda nos fuimos encontrando. Para muchos, como es mi caso, entrever por las costuras destejidas del telón este conjunto de prácticas corruptas y sus consecuencias representó un golpe de realidad que me desacomodo, provocó crisis y  ayudó a  asumir que venía viviendo con los ojos vendados. Me avergüenza expresar que he considerado el “ver” como una maldición. Buscar a Daniel me implica el ejercicio de destejer los propios y pequeños telones que llevo como párpados caídos o anteojeras. Como aquél ciego del costado del camino al que Jesús le preguntó “¿Qué querés que haga por vos?”. “¡Quiero recuperar la vista!”, respondió él(Lc. 18,41).Me pasó y me pasa  que mientras buscamos a Daniel me fui encontrando conmigo, con mis cobardías y osadías, con mis verdaderos sueños e intereses, con quién soy y que sentido quiero darle a mi vida. Lo que hacemos a partir de lo que vemos es oportunidad de ver quiénes somos. Del mismo modo, los comportamientos de Valle Medio ante la desaparición de Daniel, revelan rasgos del yo social que somos y conformamos.

Un lugar desde donde mirar: Alguien supo escribir que la vida se piensa muy distinto en un palacio que desde un precario ranchito. La mirada que tenemos sobre la realidad en buena parte se alimenta de la coordenada existencial en la que estamos parados. La elección de mirar desde el lugar de la víctima, desde el lugar del “aborigen foráneo” que viene a buscar a su hijo desaparecido, desde el lugar del obrero golondrina históricamente explotado, me ubicó en el crudo pero privilegiado lugar de poder ver mejor. Como cristiano no debería representar esto una novedad porque Jesús invita con su vida a transformar el mundo desde el lugar de los últimos, pero se ve que mi praxis de vida estaba desamarrada de este saber primario.
El aquí y ahora de la víctima es el incomodo pero potente lugar vital desde donde comprender la realidad y dejarnos conmover por las exigencias de cambio y conversión por un mundo justo y gozoso.













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