Compartiendo desde la
Parroquia
Lo inédito pareciera seguir
presente en este proceso de discernimiento y elección de nuevo pontífice. La
abdicación razonable de Benedicto XVI genero igual o menor sorpresa, al menos
entre los latinoamericanos, que el anuncio del diacono oficializando al mundo que
el nuevo Papa es el cardenal argentino Jorge Bergoglio. Es el primer Papa
nacido en continente americano, primer Papa perteneciente a la orden jesuítica y
es el Papa que después de 1400 años inaugura un nuevo nombre papal: Francisco I
(los anteriores eran continuidad o conjunción de nombres papales pasados). Esas
cosas que cuando acontecen necesitan dos o tres tiempos para ser asimiladas
bien.
Además de notas de color como su afición por el tango, su condición de hincha de San Lorenzo o su habito por viajar en colectivo o subte, hay cualidades pastorales que son celebrables y que uno reza para que la institucionalidad vaticana no modifique. Sino se dé un camino inverso. Hubo signos visibles durante su presentación y oración que no pasaron desapercibidos y que no son accidentales. El nombre elegido hace alusión a San Francisco de Asís, el pobre de Asís, el “loco” de Asís. Es un nombre que hace eco universalmente en los corazones de la gente, creyentes y no creyentes, particularmente en los sencillos. Recordemos que Francisco de Asís además de abandonar el ejército para transformar la realidad desde el espíritu de encuentro y no de conquista fue quien se sintió llamado a reconstruir la iglesia viviendo sin cortapisas el valor de la pobreza evangélica, cuidando la importancia de caminar en comunidad fraterna y manteniendo aceitada la docilidad del espíritu humano a las acciones proféticas del espíritu evangélico. Dice el P. Javier Soteras : “su nombre es Francisco I, estará indicando el camino para volver al Evangelio, llamando al desprendimiento y el amor comprometido con los pobres, ubicándolos en el centro de su gestión pastoral y poniendo la estructura de la Iglesia en la periferia de la atención”.
La cruz pectoral de madera y la ausencia de ornamentos que suelen
colocarse para sumar pomposidad son signos de austeridad en materia de
solemnidad y un paso de generosidad en materia de simplicidad y cercanía. Sus expresiones:
“comenzamos este camino, iglesia y pueblo; pueblo e iglesia” y luego la
petición de mutua bendición: “en lugar de
que el obispo bendiga al pueblo, quiero que la plegaria del pueblo pida la
bendición para su obispo”, pareciera indicar la importancia de un ida y
vuelta en la dinámica de las relaciones en la Iglesia y de revalorización real
de la voz laical. Recuerdo que en una de
sus homilías el entonces Cardenal Bergoglio decía: “El verdadero pastor es el
que tiene olor a oveja”. Ciertamente es el contacto personal, la proximidad con
el lugar de los acontecimientos vitales, el ida y vuelta con las bases lo que
establece las coordenadas que mejor nos ubican en tiempo y espacio.
Ojalá estos signos no mueran en el solo efecto simbólico sino sean
expresiones que espejen el estilo ministerial a vivir. Un periodista preguntaba
ayer : “¿Cree que Francisco I puede modificar los pecados de poder que hay en
el Vaticano?”, a lo que la persona interpelada repregunto: “¿y usted cree que
las personas podemos cambiar?”. Los cambios se dan, no mágicamente ni por el
poder que un hombre tenga sobre otros, sino por la conversión del corazón. Los
grandes cambios nacen ahí. Son pasos personales. Y ciertamente hay que remover
la tierra y abonarla para recrear las condiciones que habiliten a la higuera
estéril a dar buenos frutos. Bendiciones!!!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario