Durante la
festividad del 25 de mayo la comunidad parroquial fue referenciada en la
compartida desarrollada en la plaza de las banderas por hermanos de las
comunidades María Auxiliadora de barrio
Villa Unión y Virgen de Luján de barrio Las Bardas junto a los abuelos del Hogar Parroquial de Ancianos.
Por la tarde
generamos el espacio de reunirnos en la capilla María Auxiliadora donde
compartimos un momento de oración por el Pueblo Argentino. Y luego, mate y
torta fritas de por medio, proyectamos el film argentino “Francisco, el Padre
Jorge”.
En el momento inicial
de reflexión y oración hicimos pasar por el corazón algunos extractos del
documento elaborado por los obispos argentinos en abril de 2016 : “Bicentenario
de la Independencia: Tiempo de encuentro fraterno entre los argentinos”. Dejamos
el link para descargar el documento completo desde la biblioteca digital
parroquial y convidamos los puntos que hoy leímos y reflexionamos que están centrados
en los desafíos de cultivar democracia y en los rasgos de ser multitud (masa) o
ser Pueblo:
21. Muchos
consideran inexistente la categoría de pueblo y tienen un prejuicio con todo lo
que sea cultura popular y con otras formas directas de participación ciudadana.
Una democracia sana supone la participación de todo el pueblo: la inclusión, la
corresponsabilidad y la organización, que no se agotan en los partidos
políticos, sino que se abren a distintas formas y expresiones que buscan
respuesta a necesidades e inquietudes de la sociedad. Nos puede ayudar la
distinción entre pueblo y multitud para no excluir de la
democracia estas formas de participación en la construcción social, política y
cultural.
22. Cada uno
entre la multitud, lleva escondido el propio misterio, muchas dificultades o
miserias y los proyectos más insólitos. En ella la persona queda borrada, su
verdadera identidad se oculta. La masa o multitud es el refugio secreto donde
cada uno puede disimular, esconder lo que lleva dentro, lo mejor y lo peor. La
enfermedad de la multitud es el desconocimiento. Con frecuencia nos sentimos
parte de esa multitud anónima e indiferente.
23. Convertirse
en pueblo, ser parte de una cultura común, significa lo contrario. Es compartir
valores y proyectos que conforman un ideal de vida y convivencia. Es exponerse,
descubrirse, comunicarse y encontrarse. Significa también dejar circular la
vida, la simpatía, la ternura y el calor humano.
24.
En el devenir histórico, cuando la
multitud se convierte en pueblo, cada uno se vuelve importante. Jesús envía a
los discípulos a descubrir rostros, predicar a personas, llevar el Evangelio a
cada uno, curar las enfermedades y dolencias más rebeldes como la pasividad, la
resignación, el aislamiento, la indiferencia, el desinterés, la mediocridad, la
falta de perdón. A los apóstoles se les encarga ayudar a que cada uno se sienta
persona, a llamar a cada uno por su nombre, a darle el verdadero sentido del
proyecto divino que interroga en primera persona y propone un camino personal.
En esto nos ilumina el Papa Francisco diciendo “Siempre hay que ampliar la
mirada para reconocer un bien mayor que nos beneficiará a todos […] Una persona
que conserva su peculiaridad y no esconde su identidad, cuando integra
cordialmente una comunidad, no se anula sino que recibe siempre nuevos
estímulos para su propio desarrollo”
25.
La vivencia concreta de la cultura
popular, con su religiosidad, impide la manipulación ideológica del camino del
pueblo, que no es sectario pues está abierto a la inclusión de todos. Si bien
tiene un fuerte sentido de la justicia no entra en divisiones y enfrentamientos
estériles: «Allí entran los pobres con su cultura, sus proyectos y sus propias
potencialidades. Aun las personas que pueden ser cuestionadas por sus errores
tienen algo que aportar que no debe perderse…. Es la totalidad de las personas
en una sociedad que busca un bien común que verdaderamente incorpora a todos»
26. No hay
plena democracia sin inclusión e integración. Esta es una responsabilidad de
todos, en especial de los dirigentes. El Papa Francisco nos lo recuerda,
diciendo: «Quien tiene los medios para vivir una vida digna, en lugar de
preocuparse por sus privilegios, debe tratar de ayudar a los más pobres para
que puedan acceder también a una condición de vida acorde con la dignidad
humana, mediante el desarrollo de su potencial humano, cultural, económico y
social».
27. Hoy
pueden verse otras formas de organización social con mucho dinamismo y que
abren a la esperanza: asociaciones vecinales, entidades sin fines de lucro, las
ONG, redes comunitarias, movimientos sociales como agrupaciones de trabajadores
informales o excluidos del sistema, organizaciones periféricas de autogestión
que nacen del mismo pueblo, llamadas todas ellas a contribuir a la amistad
social.
28.
Construir una vida democrática de
inclusión e integración requiere el compromiso de todos. Llorar por la miseria
de los demás significa compartir sus sufrimientos, y sobre todo, tomar
conciencia de que nuestras propias acciones son causa de injusticia y
desigualdad: «Abramos nuestros ojos para
mirar las miserias del mundo, las heridas de tantos hermanos y hermanas
privados de la dignidad, y sintámonos provocados a escuchar su grito de
auxilio» , en estos términos se
dirigió el Papa Francisco al Presidente Ejecutivo del Foro Económico Mundial.
36.
La democracia alcanza su pleno desarrollo
cuando todos asumen el bien común como intención primera de su obrar. El bien
común es un deber de todos los miembros de la sociedad. Ninguno está exento de
colaborar, según las propias capacidades, en su realización y desarrollo.
Bendiciones y muy buena semana!
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