Los sacerdotes que venimos animando la obra evangelizadora en esta tierra querida de la Diocesis de Viedma nos encontramos durante esta semana en la Casa de Retiro Madre de la Paz para vivir un tiempo de encuentro y maduracion de vida-fe.
Nos unimos en tiempos de oración , tiempos de silencio, tiempos de charlas , tiempos de lectura, tiempos de descanso , tiempos de mesa compartida.
También fue un tiempo de despedidas. El miercoles tempranito partió hacia Francia el sacerdote misionero Federico Forel. Después de brindarse pastoralmente seis años en la patagonia emprendió el regreso a su tierra natal para seguir acompañando y sirviendo desde allá. Antes de volar a Francia Federico iba a compartir una visita a Mons. Hesayne en la localidad de Azul. Agradecemos a Dios por su presencia entre nosotros y deseamos lo bendiga en todo aquello que vaya viviendo.
Federico , quien tiene la crucesita a la vista |
Si bien se compartió mucho , entre las lucesitas que brillaron con fuerza , fue la de asumir que la plenificacion personal y eclesial se corresponde al hecho de que vivamos siendo Pueblo. El Papa Francisco , a la luz del evangelio, nos espeja esta bella y desafiante invitacion:
La Palabra de Dios también nos invita a reconocer que somos
pueblo. Nos toma de en medio del pueblo y nos envía al pueblo, de tal modo que nuestra
identidad no se entiende sin esta pertenencia. Jesús mismo es el modelo de esta
opción evangelizadora que nos introduce en el corazón del pueblo. ¡Qué bien nos
hace mirarlo cercano a todos! Si hablaba con alguien, miraba sus ojos con una
profunda atención amorosa: «Jesús lo miró con cariño» (Mc 10,21). Lo vemos accesible cuando se acerca al ciego del
camino (cf. Mc 10,46-52), y cuando come y bebe con los pecadores (cf. Mc 2,16), sin importarle que lo traten de comilón y borracho (cf.
Mt 11,19). Lo vemos disponible cuando deja que una mujer prostituta
unja sus pies (cf. Lc 7,36-50) o cuando recibe de noche a Nicodemo (cf. Jn 3,1-15). La entrega de Jesús en la cruz no es más que la culminación
de ese estilo que marcó toda su existencia. Cautivados por ese modelo, deseamos
integrarnos a fondo en la sociedad, compartimos la vida con todos, escuchamos
sus inquietudes, colaboramos material y espiritualmente con ellos en sus
necesidades, nos alegramos con los que están alegres, lloramos con los que
lloran y nos comprometemos en la construcción de un mundo nuevo, codo a codo
con los demás. Pero no por obligación, no como un peso que nos desgasta, sino
como una opción personal que nos llena de alegría y nos otorga identidad. A
veces sentimos la tentación de ser cristianos manteniendo una prudente
distancia de las llagas del Señor. Pero Jesús quiere que toquemos la miseria
humana, que toquemos la carne sufriente de los demás. Espera que renunciemos a
buscar esos cobertizos personales o comunitarios que nos permiten mantenernos a
distancia del nudo de la tormenta humana, para que aceptemos de verdad entrar
en contacto con la existencia concreta de los otros y conozcamos la fuerza de
la ternura. Cuando lo hacemos, la vida siempre se nos complica maravillosamente
y vivimos la intensa experiencia de ser pueblo, la experiencia de pertenecer a
un pueblo.
Papa Francisco (Evangelii Gaudium 267-270)
Les comparto algunas imagenes del lugar y la gente con quien compartimos parte de estos días :
Atardecer en Puán , mientras subía al cerro del Sagrado Corazón de Jesús |
Junto a las Hermanas Clarisas , que están en el Monasterio Santa Clara , compartimos las misas de cada día. |
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