Apreciaciones sobre la dimisión de Benedicto XVI
El Papa Benedicto XVI
convocó a una reunión ordinaria y
pública a cardenales y prelados para conversar el tema de la beatificación de
los 800 mártires de Otranto en la sala del consistorio en el Vaticano para el
pasado lunes 11 de febrero. Fue en este espacio donde sorprendió, con voz clara
y serena, con el comunicado de su dimisión papal. Comparto algunas de sus
expresiones: “Después de haber
examinado ante Dios reiteradamente mi conciencia, he llegado a la certeza de
que, por la edad avanzada, ya no tengo fuerzas para ejercer adecuadamente el
ministerio petrino. Soy muy consciente de que este ministerio, por su
naturaleza espiritual, debe ser llevado a cabo no únicamente con obras y
palabras, sino también y en no menor grado sufriendo y rezando. Sin embargo, en
el mundo de hoy, sujeto a rápidas transformaciones y sacudido por cuestiones de
gran relieve para la vida de la fe, para gobernar la barca de san Pedro y
anunciar el Evangelio, es necesario también el vigor tanto del cuerpo como del
espíritu, vigor que, en los últimos meses, ha disminuido en mí de tal forma que
he de reconocer mi incapacidad para ejercer bien el ministerio que me fue
encomendado. Por esto, siendo muy consciente de la seriedad de este acto, con
plena libertad, declaro que renuncio al ministerio de Obispo de Roma, Sucesor
de San Pedro”
Estamos
desacostumbrados a estos acontecimientos. Cuando escuché por primera vez la
noticia dude de la veracidad de la misma. Al constatarla me asombró y a medida
que reflexione sobre las motivaciones que expresa el Papa fui percibiendo
razonabilidad y madurez en la decisión de abdicar. Es una decisión bien rumeada, él mismo comparte que reiteradamente se
ha examinado en conciencia sobre este planteamiento. Y seguramente en el crisol de esas charlas purificadoras consigo mismo,
con sus más cercanos y con Dios se fue mostrando con mayor claridad el sendero
a transitar. No es una impulsión insensata ni es disfrazar de humildad el
miedo a las grandes responsabilidades. No es huida. Es iluminar de sentido
común una situación que se padece y ser consecuente respecto a que los limites
reales y no reversibles de su condición física le impide dedicarse bien en el
servicio a los demás como Papa.
No hay apegos insanos a su ministerio sino apegos sanos al
proyecto de Dios y a los signos de los tiempos. Suele pasar que
cuando nos apropiamos insanamente de algo (personas, responsabilidades, cosas)
hacemos de eso una extensión de nuestro propio cuerpo y por lo tanto todo
aquello que sugiera que me desapegue de lo que me apropié es visto con
intenciones de cruel mutilación. Y luchamos para que nada irrumpa y me quite lo
que es mío. Benedicto XVI por el contrario no se aferra estoicamente a su
condición papal disimulando o negando realidades importantes sino que deja el
espacio para que otros hermanos de la comunidad creyente retomen el andar. La continuidad del proyecto de Dios no se
basa en grandes presencias individuales sino en pequeñas comunidades
samaritanas centradas en Cristo.
En estos días de febrero y marzo viviremos como iglesia el tiempo
de elección de un nuevo Papa. Ojalá podamos vivir este hecho sin someterlo a
cholulismos y banalidades , sino a
transitarlo con buen espíritu. Bendiciones y cariños !!!!
Les compartimos un linck de Radio María donde se comparte con claridad que es un conclave , en que consiste, como se elige un Papa, quienes tienen derecho a voto etc. Es un tiempo especial para ir orando este proceso y a la vez es importante conocer las particularidades del mismo.
Gracias P. Cristian. En estos tiempos de tanta confusion por todos lados, necesitamos ayudarnos a ver con claridad.
ResponderEliminarun abrazo.
horacio
Ciertamente Horacio son tiempos donde el desafío es allanar caminos de encuentro familiar y comunitario para charlar las realidades , discernir situaciones y proyectar la vida con esperanza ... Abrazos y bendiciones !!!!!!!!!
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