Les compartimos un archivo digital que contiene (de modo bien ordenado y con orientaciones) todos los discursos , homilías y expresiones compartidas por el Papa Francisco durante su visita a Ecuador , Bolivia y Paraguay. Todos son muy ricos , y tranquilamente se pueden constituir como un buen material de lectura espiritual-pastoral. Sugiero particularmente lo expresado por el Papa Francisco durante el encuentro con los Movimientos Populares en Bolivia y las palabras convidadas en el Centro de Rehabilitacion Santa Cruz-Palmasola. Que sea de provecho.
Abajo comparto un extracto de lo manifestado en el encuentro con movimientos populares.
Al material lo pueden bajar desde este post o desde la Bibliotequita Digital Orlando Yorio.
p. Cristian
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"He sabido por medio del Pontificio Consejo Justicia y Paz que preside el
Cardenal Turkson, que son muchos en la Iglesia los que se sienten más cercanos
a los movimientos populares. ¡Me alegra tanto! Ver la Iglesia con las puertas
abiertas a todos Ustedes, que se involucre, acompañe y logre sistematizar en
cada diócesis, en cada Comisión de Justicia y Paz, una colaboración real,
permanente y comprometida con los movimientos populares. Los invito a todos,
Obispos, sacerdotes y laicos, junto a las organizaciones sociales de las
periferias urbanas y rurales, a profundizar ese encuentro.
Dios permite que hoy nos veamos otra vez. La Biblia nos recuerda que
Dios escucha el clamor de su pueblo y quisiera yo también volver a unir mi voz
a la de Ustedes: “Las famosas tres T” : tierra, techo y trabajo para todos
nuestros hermanos y hermanas. Lo dije y lo repito: son derechos sagrados. Vale
la pena, vale la pena luchar por ellos. Que el clamor de los excluidos se
escuche en América Latina y en toda la tierra.
Empecemos reconociendo que necesitamos un cambio. Quiero aclarar, para que
no haya malos entendidos, que hablo de los problemas comunes de todos los latinoamericanos
y, en general también de toda la humanidad. Problemas que tienen una matriz
global y que hoy ningún Estado puede resolver por sí mismo. Hecha esta aclaración,
propongo que nos hagamos estas preguntas:
¿Reconocemos que las cosas no andan bien en un mundo donde hay tantos
campesinos sin tierra, tantas familias sin techo, tantos trabajadores sin
derechos, tantas personas heridas en su dignidad?
¿Reconocemos que las cosas no andan bien cuando estallan tantas guerras
sin sentido y la violencia fratricida se adueña hasta de nuestros barrios?
¿Reconocemos que las cosas no andan bien cuando el suelo, el agua, el aire y
todos los seres de la creación están bajo permanente amenaza?
Entonces, digámoslo sin miedo: necesitamos y queremos un cambio.
La ambición desenfrenada de dinero que gobierna. Ese es el estiércol del
diablo. El servicio para el bien común queda relegado. Cuando el capital se
convierte en ídolo y dirige las opciones de los seres humanos, cuando la avidez
por el dinero tutela todo el sistema socioeconómico, arruina la sociedad, condena
al hombre, lo convierte en esclavo, destruye la fraternidad interhumana,
enfrenta pueblo contra pueblo y, como vemos, incluso pone en riesgo esta
nuestra casa común. No quiero extenderme describiendo los efectos malignos de
esta sutil dictadura: ustedes los conocen. Tampoco basta con señalar las causas
estructurales del drama social y ambiental contemporáneo. Sufrimos cierto
exceso de diagnóstico que a veces nos lleva a un pesimismo charlatán o a
regodearnos en lo negativo. Al ver la crónica negra de cada día, creemos que no
hay nada que se puede hacer salvo cuidarse a uno mismo y al pequeño círculo de
la familia y los afectos.
Ustedes son sembradores de cambio. Aquí en Bolivia he escuchado una
frase que me gusta mucho: «proceso de cambio». El cambio concebido no como algo
que un día llegará porque se impuso tal o cual opción política o porque se instauró
tal o cual estructura social. Dolorosamente sabemos que un cambio de
estructuras que no viene acompañado de una sincera conversión de las actitudes
y del corazón termina a la larga o a la corta por burocratizarse, corromperse y
sucumbir. Por eso me gusta tanto la imagen del proceso, los procesos, donde la
pasión por sembrar, por regar serenamente lo que otros verán florecer, remplaza
la ansiedad por ocupar todos los espacios de poder disponibles y ver resultados
inmediatos.
La opción es por generar proceso y no por ocupar espacios. Cada uno de
nosotros no es más que parte de un todo complejo y diverso interactuando en el
tiempo: pueblos que luchan por una significación, por un destino, por vivir con
dignidad, por «vivir bien». Dignamente, en ese sentido." Papa Francisco